En Japón existe un fenómeno inquietante y silencioso: miles de personas se esfuman cada año como jōhatsu, “los evaporados”. Detrás de muchas de estas desapariciones están las yonige-ya, (よにげ屋 o yonige-ya) son agencias conocidas como “fly-by-night shops” o “tiendas del fugar de noche” agencias privadas que, por una tarifa que puede superar los 2 500 dólares, ayudan a quienes —abrumados por deudas, violencia doméstica, fracaso profesional o vergüenza social— deciden borrar su rastro. Estas compañías embalan pertenencias en la madrugada, gestionan nuevos domicilios y hasta asesoran sobre cómo pasar inadvertidos, amparadas en leyes de privacidad estrictas que limitan la búsqueda policial cuando no hay delito. En Japón, este fenómeno ha sido estimado en hasta 100 000 personas al año en el que vale la pena ponderar la fuerte presión social hacia el cumplimiento, el honor y la estabilidad, lo cual hace que desaparecer sea una salida preferible para muchos en situaciones desesperadas .
El sistema laboral japonés, aunque rígido, permite a las empresas manejar estas ausencias como renuncias tácitas o despidos ordinarios si el reglamento interno así lo prevé. El empleador debe agotar intentos de contacto y, salvo exenciones, cumplir con el preaviso o pagar compensaciones. En este marco, las yonige-ya operan en un terreno gris: no cometen delito si solo facilitan la huida voluntaria, pero su existencia revela grietas en el tejido social y corporativo del país.
¿Y si un servicio similar surgiera en México? Bajo la Ley Federal del Trabajo, un trabajador que desaparece más de tres días sin causa justificada tipifica una causal de despido (artículo 47 fracción X), lo que habilita al patrón a rescindir el contrato sin indemnización, pero con finiquito proporcional. Las “agencias del escape” podrían enfrentar cargos de fraude o encubrimiento si ayudan a evadir deudas o procesos judiciales. Culturalmente, la desaparición voluntaria carecería de aceptación social: la figura sería vista más como incumplimiento contractual y posible delito que como un “nuevo comienzo”.
El contraste ilumina cómo las normas y valores moldean respuestas distintas ante el mismo impulso humano: huir para reinventarse. Japón tolera discretamente la evaporación; México, en cambio, activaría sus defensas legales y sociales para cerrar la puerta a un fenómeno semejante.