OIT publica informe: La situación de la justicia social

Hace tres decenios se congregaron en Copenhague delegados de 186 países para celebrar la primera Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, la mayor reunión de líderes mundiales que se había convocado hasta entonces. En la cumbre de 1995 se reconoció la importancia del empleo pleno y productivo para el desarrollo social, señalando su interrelación con la erradicación de la pobreza y la inclusión social. El objetivo era establecer un marco de desarrollo social centrado en las personas en un mundo donde las necesidades básicas seguían sin estar cubiertas, persistía la pobreza y aumentaban el desempleo y la exclusión social.

En vísperas de la Segunda Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, que se celebrará en Qatar en noviembre de 2025, la OIT ha emprendido su primer intento de evaluar el estado de la justicia social en el mundo y de reflexionar sobre los progresos realizados en los últimos treinta años. La justicia social significa que «todos los seres humanos, sin distinción de raza, credo o sexo tienen derecho a perseguir su bienestar material y su desarrollo espiritual en condiciones de libertad y dignidad, de seguridad económica y en igualdad de oportunidades»1. Además de ser un imperativo moral, la justicia social permite a las sociedades y a las economías funcionar con mayor cohesión y eficacia. Ayuda a generar confianza, refuerza la legitimidad y libera el potencial productivo para lograr un crecimiento inclusivo sostenido, la paz y la estabilidad.

En el presente informe se evalúan los principales indicadores utilizados para medir el progreso mundial y los retos actuales en la consecución de la justicia social, partiendo de que «la paz universal y permanente solo puede basarse en la justicia social», una de las premisas sobre las que se asienta la Constitución de la OIT2.

Se han logrado avances significativos. Desde 1995 el mundo es más próspero, más saludable y tiene un nivel educativo más alto. Sin embargo, los avances en ciertos ámbitos siguen siendo limitados y perduran las enormes desigualdades. De ahí que el desencanto con las instituciones sea generalizado y persistente, a pesar de las numerosas mejoras. Se ha erosionado la confianza en los gobiernos, en los sindicatos y en las empresas, un claro síntoma de deterioro del contrato social. Cada vez más personas consideran que su esfuerzo no se ve recompensado y que la sociedad es injusta.

En este informe, la OIT examina la situación de la justicia social en el mundo y formula recomendaciones sobre la manera de actuar para seguir avanzando.

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