Envejecimiento: Bomba de Tiempo para el Mercado Laboral

Nuestras sociedades envejecen a un ritmo sin precedentes, en casi todo el mundo la proporción de mayores de 65 años crece implacablemente, generando una erosión silenciosa pero profunda en el mercado laboral. El envejecimiento de la población es una tendencia global impulsada por una combinación de factores, incluido el aumento de la esperanza de vida y la disminución de las tasas de natalidad. Según la Organización Mundial de la Salud, para el año 2050 se espera que el número de personas mayores de 60 años se duplique, alcanzando los dos mil millones a escala mundial, quienes requerirán atención, ya que la necesidad de cuidados se enfatiza en la última etapa del ciclo vital, señalaron expertas en la UNAM.

La primera señal de alarma aparece en el mercado laboral. El modelo económico del siglo XX se sustentaba en una abundante población trabajadora que mantenía a una proporción menor de dependientes. Esta ecuación se invierte ahora de forma crítica. La tasa de dependencia no solo presiona nuestro sistema de pensiones, sino que reduce nuestra capacidad productiva per capita, socavando el crecimiento potencial de la economía.En efecto; al inicio del siglo XXI, México tenía frente a sí la oportunidad de aprovechar a plenitud su bono demográfico, una etapa de potencial crecimiento que, como lo identifica el Fondo de Población de las Naciones Unidas, se da cuando la población joven (entre 15 y 64 años) supera a las personas dependientes (menores de 15 y mayores de 65 años). Sin embargo en el último lustro, conforme al Censo Nacional de Población y Vivienda 2020, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) subrayaba que, en comparación con decenios anteriores, la estructura por edad evidenció que la base piramidal de población era más angosta “debido a la reducción relativa de niñas, niños y jóvenes”.

En cuanto al envejecimiento, el porcentaje actual de 12 por ciento de mexicanos que tiene 60 años o más irá en aumento. “El año pasado la OMS estableció la Década del Envejecimiento Saludable, muy importante porque se considera no sólo a las poblaciones mayores de ahora, sino a los del futuro, que son los jóvenes de hoy”.

Además, según investigaciones recientes en Estados Unidos, es que el envejecimiento merma significativamente el crecimiento de la productividad. No es solo que tengamos menos trabajadores; hay efectos indirectos: la innovación disminuye, la creación de empresas se contrae y la transferencia de conocimiento entre generaciones se interrumpe. Este efecto, menos visible pero más pernicioso, podría condenar a las próximas generaciones a un estancamiento secular. Sumemos a esto la presión sobre las finanzas públicas, que es quizás el tema sobre el que el debate es más intenso. Así, el aumento del gasto en pensiones coincide con un incremento exponencial de los costes sanitarios asociados a la mayor prevalencia de enfermedades crónicas y cuidados de larga duración. Un doble desafío que debemos financiar con una base menguante de contribuyentes, mientras las bajas laborales se multiplicarán por el envejecimiento.

¿Estamos por todo ello condenados a una crisis inevitable? No necesariamente debe ser así, pero para evitarlo se requerirán cambios estructurales valientes que nuestros políticos, atentos a ciclos electorales cortoplacistas, han evitado sistemáticamente abordar.

Fotos: Instituto, Ramon Gaja, Gobierno de México

 

You cannot copy content of this page