El pasado noviembre, Donald Trump volvió a sorprender al mundo al ganar las elecciones presidenciales de Estados Unidos con 77,3 millones de votos, un 49,9% del total, superando por 2,3 millones a Kamala Harris, quien buscaba hacer historia como la primera mujer negra en ocupar la presidencia. Este triunfo no solo consolidó el regreso del republicano al poder, sino que también evidenció una polarización agudizada en la sociedad estadounidense.
Trump construyó su victoria capitalizando el descontento popular frente a problemas como la inflación, el aumento en la llegada de inmigrantes y las tensiones internacionales que afectaron la administración de Joe Biden. Su carisma, combinado con un discurso centrado en la xenofobia, le permitió conectar con millones de votantes frustrados, replicando la estrategia que lo llevó a la Casa Blanca en 2016. Pero, ¿cómo se relaciona este fenómeno político con el ‘Blue Monday’, considerado el día más triste del año?
El Blue Monday y el clima de desánimo
El Blue Monday, que se celebra el tercer lunes de enero, ha sido identificado popularmente como el día más deprimente del año. Aunque la fórmula que lo calcula carece de rigor científico, considera factores como las deudas navideñas, el clima invernal, el fracaso de los propósitos de Año Nuevo y la falta de motivación, elementos que contribuyen a un sentimiento generalizado de decaimiento.
En este contexto, el impacto de las recientes elecciones en Estados Unidos no pasa desapercibido. La victoria de Trump y el discurso divisivo que lo acompañó pueden amplificar la sensación de incertidumbre y frustración en segmentos de la población, tanto dentro como fuera de Estados Unidos. Para algunos, el regreso de Trump representa un paso atrás en términos de derechos civiles y políticas inclusivas, lo que puede exacerbar sentimientos de ansiedad en momentos ya propensos a la tristeza.
El descontento social como motor político y emocional
El triunfo de Trump, basado en una narrativa de confrontación y exclusión, resalta cómo el descontento social puede transformarse en una herramienta poderosa, tanto en la política como en las emociones colectivas. Si el ‘Blue Monday’ pone en evidencia un decaimiento personal y social, las recientes elecciones podrían actuar como un catalizador para quienes sienten que los valores de progreso e inclusión han sido desplazados.